Todo
¡Vamos! ¡Apresúrate, que tenemos poco tiempo!- Recuerdo perfectamente las palabras de mamá cuando llegué de la escuela. -¿Qué pasa, qué sucede?- contesté de inmediato.Por un momento el ambiente de ajetreo que circulaba en casa, se detuvo, para escucharse un silencio interrumpido por papá, al decir con voz serena y jubilosa: -Nada, hija, no pasa nada, solamente queme han nombrado Embajador esta mañana y tendremos que partir lo más pronto posible.-
Me quedé sorprendida y pensativa a la vez y en tono suplicante y de reproche, exclamé: -¡Pero papá…!– No hay pero que valga, el trabajo es primero, de éste depende el bienestar de todos ustedes, y tendrán que seguirme a donde yo vaya- Con esta contestación mi padre me dejó sin habla, rompí enllanto; mi madre, buscando palabras de consuelo me dijo: -Anda nena, arregla tus cosas que debemos partir. Piensa que tendrás nuevos amigos y conocerás bonitos lugares. –Sí mamá, conoceré a miles depersonas más, pero ¿qué pasará con mis amigos? Me he acostumbrado tanto a ellos…-
No tuve más remedio que resignarme a las órdenes de mi padre, así que preparé mi equipaje, sin tiempo para despedirmede mis amigos.
El viaje hacia el Viejo Continente me pareció interminable, aunado a la nostalgia que me embargó al dejar de ver a lo lejos el territorio mexicano, la tierra donde nací,pero por más que lo deseara, no sabía cuándo lo volvería a ver.
Finalmente llegamos, bajamos del avión, y por lo que pude leer en los folletos turísticos este país es agradable: la metrópolide los perfumes y del glamour. No obstante, cada minuto que pasaba, extrañaba más a México.
Transcurrió una semana para que iniciara las clases, ya que estábamos instalándonos en lanueva casa.
El primer día de clases, fue el peor de toda mi vida; pues llegaba a un país extraño, frío, donde la gente come, viste y tiene costumbres muy diferentes a las mías. Pareciera que estaba...
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