Untitled
Esa pregunta quizá hayalogrado apuñalarme el corazón con tanta fuerza, que se me hizo difícil pasar saliva, y cuando lo logré, la sentí pasar con un frío que me heló por completo el cuerpo y logró erizarme todos los vellosexistentes en mi cuerpo. “¿Que te dé permiso de morir?”, le pregunté, como si de repente los papeles hubieran cambiado y fuera yo el niño pequeño y ella la adulta de la cual necesito ilustrarme. “Sí”, merespondió ella. Tan obediente siempre se me había presentado, una niña tan diferente a cualquier otra que nadie habría podido engendrar. “¿Por qué habría de darte permiso de morir? ¿Acaso quieresmorir?”- “Siempre me has dicho que te consulte ante cualquier cosa que piense”. Cada segundo en el cual transcurría la conversación me sentía más fuera de este mundo. “¿Acaso quieres hacerlo?”, pregunténuevamente un poco más decidido. No imaginaba que una niña de tan corta edad, en alguna ocasión lograra ser tan hábil con su manejo de palabras y aún menos con tal pregunta. Es más, no creo que ni elhombre más anciano y sabio del mundo pudiera formular una pregunta así aunque no esperara una respuesta concreta.
Se me partía el alma en pedazos cada vez más. No lograba concebir, no podíaidentificar, no creía que esa fuera la realidad, quizá sólo una pesadilla, una mala jugada de la mente que pone fantasmas frente a mis ojos y juega conmigo para diversión suya. Tantas cosas pasaban en micabeza que me era imposible –y aún hoy me es imposible- identificar el sentimiento que me embadurnaba por completo, me exponía al mundo con una vulnerabilidad que nunca antes había sentido y que en...
Regístrate para leer el documento completo.