FELICIDAD
En consideración al hecho de que frecuentemente nuestros males actuales se deben a desvíos de certezas pasadas, me gusta comenzar cualquier análisis por la etimología de las palabras que nos ocupan. En este caso el término “Felicidad”.
Poco sorprendente, o en realidad nada, resulta descubrir que tanto el origen latín del término (phoelix) como su paralelo griego(eudaimonía) refieren a circunstancias espirituales y trascendentes y en ningún aspecto su aplicación literal estaba asociada a cuestiones referidas al placer, el bienestar sensorial o el epicureísmo con que frecuentemente se lo refiere hoy. En la sabia Grecia antigua se hablaba de eudaimonía (eu-bien y daimwn-divinidad) como el mayor bien posible de un ser humano. Los filósofos antiguos definían de hechoesta disciplina como la búsqueda de la felicidad, mediante el amor al conocimiento, y no como la mera búsqueda de una verdad improductiva. Podríamos simplificar diciendo que tener un buen espíritu produce eudaimonía, o es su consecuencia. Buen o mal espíritu, cercanía de las cosas espirituales buenas o malas, de allí pareciera provenir. El termino demonio, como definición de mala divinidad, provienede este mismo daimwn.
En el latín la claridad de la significancia es aún más contundente. Resulta que el termino phoelix, félix, y luego feliz, fue creado como definición de la fecundidad, y especialmente comenzó a utilizarse para ilustrar el estado de una hembra amamantando a su cría, como máximo ejemplo de esta profusión de la vida productiva y la abundancia. Luego el término se asoció más ala mujer, y en agricultura se hablaba de árbol félix, campo félix, como definición de su generosa producción. Porque si algo queda claro en este sentido de la palabra feliz, en su origen latino, es que parece siempre estar más relacionado al hecho de dar, que de recibir algún bien o dádiva.
No resulta entonces demasiado llamativo tampoco el hecho de que una sociedad construida sobre principioscomo el egoísmo antes que de la compasión, la individualidad antes que la solidaridad, la satisfacción externa antes que el mérito espiritual, y la posesión antes que la dádiva, de cómo resultado una generación de hombres y mujeres escasamente felices.
Inspiró justamente el análisis, y es la base de este ensayo breve, la incoherente relación comparativa que existe entre el nivel de vida de lasociedad actual y su sentimiento de realización o felicidad. La inversa relación entre una especie cada día más evolucionada técnicamente, con avances incomparables en términos de bienestar, superpoblada de recetas espiritualistas mágicas, y sin embargo frecuentemente insatisfecha. En el camino he encontrado respuestas contundentes que comparto de modo más o menos ordenado.
El camino de laFelicidad
Empezaré determinando el mayor sinsentido que encuentro en la concepción mayoritaria de la felicidad, planteándosela como un objetivo definitivo, una meta, un algo a conquistar en la vida. Cuando se indaga a la mayoría de la gente acerca de si es feliz, las respuestas se dividen en dos grandes bandos. Los que responden instintivamente “a veces soy feliz, porque la felicidad son momentos”, ylos que atinan a un aún más desacertado “será feliz cuando logre…” tal o cual cosa. Una y otra evaluaciones son imprecisas. La felicidad no es una meta futura, ni es un devenir esporádico. La felicidad es, a todas luces, un estado definitivo que se alcanza con cierta elevación espiritual, en un marco de equilibrio personal entre lo que deseo, lo que soy y lo que poseo, pero fuertemente sustentadoen la convicción y seguridad de estar en el camino correcto. La felicidad, fertilidad, abundancia, bendición, buena deidad, bienaventuranza… es un estado permanente de quienes entienden el devenir y el por venir, viven dedicados a fines trascendentes y disfrutan de la sorpresa e imprevisibilidad de la vida terrenal, aquí y ahora.
Es decir, analizo todas y cada una de las variables que...
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