Blabla

Miguel Mery Ayup |
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“Agobiado por la sed, llegó un ciervo a un manantial. Después de beber, vio su reflejo en el agua. Al contemplar su hermosa cornamenta, enorme, fuerte eimponente, sintiose orgulloso, pero quedó descontento por sus piernas débiles y finas. Sumido aún en estos pensamientos, apareció un león que comenzó a perseguirle. Echó a correr y le ganó una gran distancia,pues la fuerza de los ciervos está en sus piernas y la del león en su corazón. Mientras el campo fue llano, el ciervo guardó la distancia que le salvaba; pero al entrar en el bosque sus cuernos seengancharon a las ramas y, no pudiendo escapar, fue atrapado por el león. A punto de morir, exclamó para sí mismo: ¡Desdichado! Mis patas, que pensaba me traicionaban, eran los que me salvaban, y miscuernos, en los que ponía toda mi confianza, son los que me pierden”.Seguramente después de leer esta fábula (a la cual recurrí para recordar el uso de una composición breve y literaria, de contenidomoralizante y reflexivo), usted imaginó rápidamente algún episodio de la vida real al cual aplicar esta narración. Yo también.A todos los partidos políticos les sucede lo que al ciervo cuando sientenseguras las preferencias electorales a partir del reflejo que, como si fuera espejo, brindan las encantadoras encuestas. Estoy convencido de que la fortaleza de un partido nace del buen gobierno, de lasactividades propias de un partido político como ente público pero también, del candidato (a) que presente a los electores en una contienda determinada, electores que se convierten en leones a la horade votar.Es mucho decir que con cualquiera se gana. Se despersonaliza el partido del líder y el candidato se convierte en un simple busca chambas, un ser sometido a una voluntad política y no a laelección de la gente y la representación de sus intereses.El partido mira y admira su cornamenta en el llano, al entrar a la selva de la elección, el partido se atora entre la enramada y tupida lucha....