Ciudad Y Los Perros

Páginas: 25 (6053 palabras) Publicado: 21 de octubre de 2012
Después tocaron la corneta y el
Piraña, las mandíbulas machuca y machuca, fue hasta el serrano Cava y yo pensaba "voy a llorar de pura
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rabia" y la maldita Mal papeada dale y dale a morder el zapato y la basta del pantalón, me la vas a pagar malagradecida, te vas a arrepentir de lo que haces. Aguanta serrano, ahora viene lo peor, después te irás tranquilo a la calle y no más militares, nomás consignas, no más imaginarias. El serrano estaba inmóvil pero se seguía poniendo más pálido, su cara que es tan oscura se había blanqueado, desde lejos se notaba que le temblaba la barbilla. Pero aguantó. No retrocedió ni lloró cuando el Piraña le arrancó la insignia de la cristina y las solapas y después el emblema del bolsillo y lo dejó todo harapos, el uniforme roto y otra vez tocaron lacorneta y los dos soldados se le pusieron a los lados y comenzaron a marcar el paso.
El serrano casi no levantaba los pies. Después se fueron hasta la pista de desfile. Tenía que torcer los ojos para verlo alejarse. El pobre no podía seguir el paso, se tropezaba y a ratos bajaba la cabeza, seguro para ver cómo le había quedado el uniforme de jotildo. Los soldados en cambio levantaban bien laspiernas para que los viera el coronel. Después los tapó el muro y yo pensé, espérate Malpapeada, sigue comiéndote el pantalón, ahora te toca tu turno, ya la vas a pagar, y todavía no nos hicieron romper filas porque el coronel volvió a hablar sobre los próceres. Ya debes estar en la calle, serrano, esperando el ómnibus, mirando la Prevención por última vez, no te olvides de nosotros, y aunque teolvides, aquí quedan tus amigos del Círculo para ocuparse de la revancha. Ya no eres un cadete, sino un civil cualquiera, puedes acercarte a un teniente o a un capitán y no tienes que saludarlo, ni cederle el asiento ni la vereda. Malpapeada, por qué mejor no das un salto y me muerdes la corbata o la nariz, haz lo que quieras, estás en tu casa. Hacía un calor terrible y el coronel seguía hablando.Cuando Alberto salió de su casa comenzaba a oscurecer y, sin embargo, sólo eran las seis. Había demorado lo menos media hora en arreglarse, lustrar los zapatos, dominar el impetuoso remolino del cráneo, armar la onda. Incluso, se había afeitado con la navaja de su padre el vello ralo que asomaba sobre el labio superior y bajo las patillas. Fue hasta la esquina de Ocharán y Juan Fanning y silbó.Segundos después, Emilio aparecía en la ventana; también estaba acicalado.
-Son las seis - dijo Alberto-. Vuela.
-Dos minutos.
Alberto miró su reloj, compuso el pliegue del pantalón, extrajo unos milímetros el pañuelo del bolsillo de su chaqueta, se contempló con disimulo en el cristal de una ventana: la gomina cumplía bien su cometido, el peinado se conservaba intacto. Emilio salió por la puerta deservicio.
-Hay gente en la sala -le dijo a Alberto- Hubo un almuerzo. Uf, qué asco. Todos están hecho polvo y la casa huele a whisky de arriba abajo. Y con la borrachera mi padre me ha fregado. Se hace el gracioso y no quiere darme la propina.
-Yo tengo plata - dijo Alberto-. ¿Quieres que te preste? -Si vamos a algún sitio, sí. Pero si nos quedamos en el Parque Salazar no vale la pena. Oye,¿cómo hiciste para que te dieran propina? ¿Tu padre no ha visto la libreta de notas?
-Todavía no. Sólo la ha visto mi madre. El viejo reventará de rabia. Es la primera vez que me jalan en tres cursos. Tendré que estudiar todo el verano. Apenas podré ir a la playa. Bah, ni pensar en eso. Además, a lo mejor ni se enoja. Hay grandes líos en mi casa.
-¿Por qué?
-Anoche mi padre no vino a dormir.Apareció esta mañana, lavado y afeitado- Es un fresco.
-Sí, es un bárbaro -asintió Emilio-. Tiene montones de mujeres. ¿Y qué le dijo tu madre?
-Le tiró un cenicero. Y después se echó a llorar a gritos. Toda la vecindad debe haber oído.
Caminaban hacia Larco, por la calle Juan Fanning. Al verlos pasar, el japonés de la tienducha de los jugos de fruta donde se refugiaban hacía años después de los...
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