Cuentos
Un día entre los días, mientras estaba en el zoco, indolentementeapoyado en su espuerta, se paró delante de él una mujer con un ancho manto de tela de Mussul, en seda sembrada de lentejuelas de oro y forro de brocato.Levantó un poco el velillo de la cara y aparecieron por debajo dos ojos negros con largas pestañas y ¡qué párpados! Era esbelta, sus manos y sus pies muypequeños, y reunía, en fin, un conjunto de perfectas cualidades. Y dijo con su voz llena de dulzura: "¡Oh mandadero! coge la espuerta y sígueme". Y elmandadero, sorprendidísimo, no supo si había oído bien, pero cogió la espuerta y siguió a la joven, hasta que se detuvo a la puerta de una casa. Llamó y salióun nusraní,(nazareno, cristiano) que por un dinar le dió una medida de aceitunas, y ella las puso en la espuerta, diciendo al mozo: "Lleva eso ysígueme".
Y el mandadero exclamó: "¡Por Alah! ¡Bendito día!" Y cogió otra vez la espuerta y siguió a la joven. Y he aquí que se paró ésta en la frutería ycompró manzanas de Siria, membrillos osmani, melocotones de Omán, jazmines de Alepo, nenúfares de Damasco, cohombros del Nilo, limones de Egipto, cidrassultaní, bayas de mirto, flores de henné, anémonas rojas de color de sangre, violetas, flores de granado y narcisos. Y lo metió todo en la espuerta delmandadero, y le dijo: "Llévalo". Y él lo llevó, y la siguió hasta que llegaron a la carnicería, donde dijo la joven: "Corta diez artal de carne".(1 )
Regístrate para leer el documento completo.