De avila al río de la plata
Páginas: 21 (5159 palabras)
Publicado: 7 de abril de 2009
De Ávila al Río de la Plata, MARAVILLAS CARMELITANAS EN HISPANOAMERICA
Marcelle Auclair comienza el libro “La Vida de Teresa de Jesús” diciendo: “Don Alfonso Sánchez de Cepeda dejó escrito: “Miércoles, 28 días del mes de marzo de mil quinientos y quince años, nació Teresa, mi hija, a las cinco horas de la mañana, media hora más o menos que fue el dicho miércoles casi amanecido”.
En laIglesia de Santo Domingo empezó a sonar el Ángelus del alba; después repicaron las campanas de Ávila, las de San Juan, San Pedro, San Isidro y San Pelayo, San Gil, San Bartolomé, San Vicente, Santa Cruz, San Cebrián, San Nicolás, Santiago, San Román, Mosén Rubí, la Catedral y los Conventos: desde los Benedictinos a las Carmelitas, las Clarisas a las Agustinas de Ntra. Señora de Gracia, las Franciscanasa las Dominicas de Sto. Tomás, los frailes y monjas cistercienses de Santa Escolástica, San Millán y Santa Ana, a las Dominicas de Santa Catalina… Todas las voces metálicas de todos los santos de la ciudad hicieron vibrar las viejas piedras, porque en Ávila no había más que piedras y santos: “en Ávila, santos y cantos”.
Ávila, cuna de Teresa, la monja carmelita, la andariega de Dios, lamística, la escritora, doctora de la Iglesia, que repetía a cada paso a sus hijas: “Dejémonos en las manos de Dios” y así llegó a fundar 16 monasterios, restaurando la Regla primitiva con todas sus exigencias. Lo que se llamó “Reforma” fue en realidad un retorno que devolvió a los monasterios su carácter de rigurosos laboratorios de cultura espiritual: celdas separadas, obediencia, castidad y pobreza, enoración y ayuno.
Ávila, cuna de San Juan de Santo Matía, luego Juan de la Cruz, al que Sta. Teresa lo gana para la Reforma, teólogo y escritor llamado “Príncipe de los místicos”.
Una coplilla carmelitana dice:
Si Dios cuida de mí,
¿Qué me puede faltar?
ni un instante, no,
me deja de mirar.
Mi vida, suya es
cual Diestro Tejedor,
la va tejiendo Él,
con infinito amorhilo por hilo
tejiendo va.
Si tú le dejas,
¡qué bien lo hará!
Así obra el Señor con Sta. Teresa que se dejaba en las manos de Dios, y con San Juan de la Cruz que escribía: “En este negocio, es Dios quien ha de guiar por la mano donde el alma no podría ir”. La Orden Carmelitana se extiende.
Con la Evangelización el Carmelo llega a América del Sur: primeramente a Santa Fe (Colombia)en 1606. El segundo que se fundó fue en Córdoba de Tucumán en 1613. Se llamó monasterio de Sta. Catalina de Siena por Doña Leonor de Tejeda vda. del Gral. Fonseca y un grupo de postulantes. Dice la historia anónima del Monasterio, que no hallando las Reglas de Sta. Catalina en toda la provincia, decidió el Obispo Trejo, siguiendo el dictamen del Padre Diego de Torres, adaptarles provisionalmentelas de Santa Teresa de Jesús. A partir de entonces fueron fundándose diversos Carmelos en los distintos lugares donde se encontraban los españoles.
En Buenos Aires se fundaron cuatro: el más antiguo en 1874. Su fundación se debe al Carmelo de Cuenca (España). La Fundadora, Señorita Isidora Ponce de León y varias jóvenes que sentían vocación al Carmelo y que formaron, con las cuatro monjasprocedentes de España la nueva comunidad, es el Carmelo de San José. De él se desprenden tres fundaciones más que son: el de Santa Teresa, el actual de Corpus Christie y San Juan de la Cruz (en la calle Amenábar) y el de Sta. Teresita del Niño Jesús en 1931.
En Salta, en 1846 la Madre Catalina de Sto. Domingo, española, procedente del Monasterio de Córdoba, Rep. Argentina, juntamente con el P.Isidoro Fernández funda el Monasterio de Salta.
Así, estos verdaderos faros de gracia para el mundo, van tejiendo junto al resto de los hombres el intrincado tapiz de la historia.
Situémonos ahora en la Europa de fines del siglo XIX.
Luego de la derrota de Napoleón empieza a surgir el concepto político de las nacionalidades. En el ámbito económico la mano de obra se sustituye con la máquina,...
Marcelle Auclair comienza el libro “La Vida de Teresa de Jesús” diciendo: “Don Alfonso Sánchez de Cepeda dejó escrito: “Miércoles, 28 días del mes de marzo de mil quinientos y quince años, nació Teresa, mi hija, a las cinco horas de la mañana, media hora más o menos que fue el dicho miércoles casi amanecido”.
En laIglesia de Santo Domingo empezó a sonar el Ángelus del alba; después repicaron las campanas de Ávila, las de San Juan, San Pedro, San Isidro y San Pelayo, San Gil, San Bartolomé, San Vicente, Santa Cruz, San Cebrián, San Nicolás, Santiago, San Román, Mosén Rubí, la Catedral y los Conventos: desde los Benedictinos a las Carmelitas, las Clarisas a las Agustinas de Ntra. Señora de Gracia, las Franciscanasa las Dominicas de Sto. Tomás, los frailes y monjas cistercienses de Santa Escolástica, San Millán y Santa Ana, a las Dominicas de Santa Catalina… Todas las voces metálicas de todos los santos de la ciudad hicieron vibrar las viejas piedras, porque en Ávila no había más que piedras y santos: “en Ávila, santos y cantos”.
Ávila, cuna de Teresa, la monja carmelita, la andariega de Dios, lamística, la escritora, doctora de la Iglesia, que repetía a cada paso a sus hijas: “Dejémonos en las manos de Dios” y así llegó a fundar 16 monasterios, restaurando la Regla primitiva con todas sus exigencias. Lo que se llamó “Reforma” fue en realidad un retorno que devolvió a los monasterios su carácter de rigurosos laboratorios de cultura espiritual: celdas separadas, obediencia, castidad y pobreza, enoración y ayuno.
Ávila, cuna de San Juan de Santo Matía, luego Juan de la Cruz, al que Sta. Teresa lo gana para la Reforma, teólogo y escritor llamado “Príncipe de los místicos”.
Una coplilla carmelitana dice:
Si Dios cuida de mí,
¿Qué me puede faltar?
ni un instante, no,
me deja de mirar.
Mi vida, suya es
cual Diestro Tejedor,
la va tejiendo Él,
con infinito amorhilo por hilo
tejiendo va.
Si tú le dejas,
¡qué bien lo hará!
Así obra el Señor con Sta. Teresa que se dejaba en las manos de Dios, y con San Juan de la Cruz que escribía: “En este negocio, es Dios quien ha de guiar por la mano donde el alma no podría ir”. La Orden Carmelitana se extiende.
Con la Evangelización el Carmelo llega a América del Sur: primeramente a Santa Fe (Colombia)en 1606. El segundo que se fundó fue en Córdoba de Tucumán en 1613. Se llamó monasterio de Sta. Catalina de Siena por Doña Leonor de Tejeda vda. del Gral. Fonseca y un grupo de postulantes. Dice la historia anónima del Monasterio, que no hallando las Reglas de Sta. Catalina en toda la provincia, decidió el Obispo Trejo, siguiendo el dictamen del Padre Diego de Torres, adaptarles provisionalmentelas de Santa Teresa de Jesús. A partir de entonces fueron fundándose diversos Carmelos en los distintos lugares donde se encontraban los españoles.
En Buenos Aires se fundaron cuatro: el más antiguo en 1874. Su fundación se debe al Carmelo de Cuenca (España). La Fundadora, Señorita Isidora Ponce de León y varias jóvenes que sentían vocación al Carmelo y que formaron, con las cuatro monjasprocedentes de España la nueva comunidad, es el Carmelo de San José. De él se desprenden tres fundaciones más que son: el de Santa Teresa, el actual de Corpus Christie y San Juan de la Cruz (en la calle Amenábar) y el de Sta. Teresita del Niño Jesús en 1931.
En Salta, en 1846 la Madre Catalina de Sto. Domingo, española, procedente del Monasterio de Córdoba, Rep. Argentina, juntamente con el P.Isidoro Fernández funda el Monasterio de Salta.
Así, estos verdaderos faros de gracia para el mundo, van tejiendo junto al resto de los hombres el intrincado tapiz de la historia.
Situémonos ahora en la Europa de fines del siglo XIX.
Luego de la derrota de Napoleón empieza a surgir el concepto político de las nacionalidades. En el ámbito económico la mano de obra se sustituye con la máquina,...
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