El Arbol
–Dime qué tengo que hacer para salir vivo de esto –dijo sin mirar al tipo.
–Échale gasolina al carro y llévame a una ATH.
Junior sacó del cajero automático quinientosdólares a las once y cuarenta y ocho minutos. Y a las doce y un minuto sacó quinientos dólares más. Luego la voz sentada en el asiento trasero le ordenó que fuera a Alto Olivo. Junior oyó cuando elhombre susurraba cosas por su celular. Susurraba y reía. El dibujante recogió a un individuo bajito, moreno, con una gorra de pelotero virada. Éste entró al carro y se sentó atrás con su amigo. Susurrarony rieron. Más bien celebraron, según la apreciación del caricaturista que mantenía los ojos fijos en la carretera, sin atreverse a mirar por el espejo retrovisor.
Llegaron al caserío VirgilioDávila. La voz que ordenaba se bajó y dejó a su amigo con Junior.
–Te vamos a matar –dijo la nueva voz.
Junior pensó que era una voz joven. Más joven que la otra. Una voz fanfarrona. Alguien que nohabla en serio. Alguien que quería asustarlo. Aunque asustado estaba ya, cómo no iba a estarlo, pero necesitaba creer que lo dejarían ir con vida. Él había obedecido al pie de la letra las...
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