La crisis
ha escuchado desde su infancia que el Tratado McLane-Ocampo, es
un episodio poco transparente y que constituye un capítulo denuestra
historia cuyos ropajes deben lavarse en casa. Sin embargo, a contrario
sensu de la conseja, y como suele suceder con las buenas historias, el
lavado en vez de hacerse en casa se ha realizadoen la plaza pública,
s i t io é s t e , por c i e r to, en e l que buena par t e de hi s tor iador e s e
historiadoras se sienten más a gusto que en su propio domicilio. Este
lavado,hi s tor iográf i co, ha l l evado a di s t intas gene rac ione s de
mexicanos siglo y medio y, por la buena salud de la que goza, según
reporte del libro que se reseña, podemos aventurar queapenas se inicia
otro ciclo de lavado.
El desafío de abordar un tema como el Tratado McLane- Ocampo
es, para el historiador, en este caso historiadora, un acto temerario
que debemos agradecer,porque de antemano sabía nuestra autora
que el asunto es, por decir, lo menos, espinoso. La autora sabía, estoy
seguro, que con un tema como este, la legítima ambición académica
de realizar la obradefinitiva sobre los problemas que implica el
Tratado, presenta numerosos problemas que rebasan el ámbito
académico. A esto debe añadirse que asimismo sabría, la dificultad
de narrar lo que realmenteocurrió, (ya quisiéramos ver a Ranke
a n a l i z a n d o e s t e T r a t a d o ) . L a i n v e s t i g a c i ó n e s t á b a s a d a e n u n
formidable trabajo de archivo; la calidadde ésta despierta el interés
del lector. A esto se debe añadir la abundante historiografía analizada
por la doctora Galeana. En el capítulo II de su libro, muestra que
cuando se aborda elTratado, a poco andar se advierte que el estudio
es en realidad un análisis sobre la profunda fractura que existe en
nuestra sociedad; dos grupos, dos visiones de la historia, dos proyectos
PATRICIA...
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