La Educación Después De Auschwitz

Páginas: 33 (8202 palabras) Publicado: 24 de mayo de 2012
ADORNO

Filosofía y superstición.

Cap. 3 (A), “Opinión, demencia y sociedad”

El concepto de opinión pública, a pesar de sus muchas significaciones, es aceptado amplia y positivamente. El de opinión en general, transmitido desde Platón por la filosofía, está libre de toda valoración en cuanto que en su consecuencia pueden las opiniones ser falsas o correctas. A ambos se enfrenta larepresentación, frecuentemente vinculada con el concepto de prejuicio, de las opiniones patógenas, degeneradas, demenciales. Según esta sencilla bisección habrá de un lado algo así como opiniones sanas, normales, y por otro lado las de naturaleza extremada, excéntrica, extravagante. En América, por ejemplo, los pareceres de ciertos dispersos grupos fascistas son tenidos por pareceres en un lunatic fringe,de un borde enloquecido de la sociedad. Sus panfletos, entre cuyo bagaje intelectual cuentan, a pesar de cualquier refutación, los asesinatos rituales y los protocolos de los Sabios de Sión, pasan por “histriónicos”. De hecho, apenas puede ser pasado por alto en tales producciones un momento de extravío, que es precisamente el fermento de su eficacia. Y, sin embargo, es esto lo que deberíaprovocar desconfianza contra una consecuencia, bien pulimentada, de tan extendida representación: que por necesidad vence en la mayoría la opinión normal a la demente. El ingenuo lector liberal de los diarios berlineses de entre las dos guerras pensaba también que el mundo no era sino un mundo del common sense, que mantendría si bien estorbado a derecha y a izquierda por gentes rabiosas, la situación dederecho. Tan grande era la confianza en la opinión normal frente a la idea fija, que no pocos señores de edad seguían fiándose de su periódico de siempre, manejado hacía ya tiempo por los nacionalsocialistas que habían conservado sólo, con suficiente astucia, los antiguos tipos de imprenta. La experiencia que aquellos lectores abonados tuvieron que llevar a cabo de un día para otro tan prontocomo dejaron de funcionar las reglas aprobadas para el juego, convirtiéndose su sensatez en desamparada locura, debería forzar a una actitud crítica ante esa candorosa imagen de la opinión, que pinta una normal y otra anormal en yuxtaposición pacífica y desvinculada. No sólo es por demás dudosa la suposición de que lo normal es de antemano verdadero y falso lo divergente, suposición que glorifica lamera opinión, a saber, la dominante, la que no es capaz de pensar lo verdadero de una manera distinta a como todos lo piensan. Sino que la opinión infectada, las deformaciones del prejuicio, de la superchería, del rumor, de la demencia colectiva, tal y como crecen a través de la historia, a través sobre todo de los movimientos de masas, no pueden ser en absoluto separadas del concepto de opinión.Resultaría difícil decidir a priori lo que ha de contarse entre aquéllas y lo que a éste pertenece; la historia contiene también potencial para, por medio de su decurso, verificar como razonables pareceres desmayados, aislados desesperadamente, o para permitir que lleguen, aunque absurdos, a convertirse en dominantes. Pero además, por encima de todo, la opinión infectada, lo deformado y maniáticode las ideas colectivas resulta de la dinámica del concepto mismo de opinión, en el que afinca a su vez la dinámica real de la sociedad, la cual produce necesariamente tales opiniones, tal falsa consciencia. Y si no queremos desde su comienzo condenar la resistencia en contra a una inocuidad sin amparo, tendremos que descifrar en las normales la tendencia a opiniones infectadas.

Opinión es laposición, siempre acotada en cuanto válida, de una consciencia subjetiva, restringida en su contenido de verdad. La figura de tal opinión puede parecer realmente anodina. Si alguien dice que opina que un nuevo edificio tiene siete pisos de altura, puede significar con ello que lo ha oído de un tercero, pero que no lo sabe exactamente. El sentido es otro por completo si alguien dice que opina,...
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