Las demandas europeas y necesidad de hacer nuevas rutas
Desde la Antigüedad se habían establecido dos rutas comerciales hacia el Oriente, el Este: una, marítima, que partía de Egipto e Irak, y otra terrestre,la Ruta de la Seda.7 La primera, estacional, aprovechaba los vientosmonzónicos: entre abril y junio partían las naves hacia Asia oriental, desdeSuez o Basora navegando por el mar Rojo o el golfoPérsico, respectivamente,8 hasta el mar de Arabia, donde el monzón del sudoeste –que sopla hacia tierra- las impulsaba hacia el océano Índico y el mar de China.9 Unos seis meses después,entre octubre y diciembre, el monzón del nordeste –que sopla hacia el mar- facilitaba el retorno a los puertos de origen.10 11
La Ruta de la seda, vía terrestre, hundía sus raíces occidentales en las costasdel Mediterráneo oriental principalmente -Alejandría, Damasco yAlepo-,12 13 y del mar Negro, desde donde se internaba en Asia pasando por Bagdad y el sur del mar Caspio, recibiendo ramales de territoriosinteriores de hasta las proximidades del mar de Aral. De Bujará, en el centro de Asia, partía una derivación hacia Delhi y Agra en la India. Más allá de Bujara, en Samarcanda,14 al norte del Pamir,la ruta de la seda se bifurcaba de nuevo: por el norte, hacia Almaty; por el Este, recorriendo toda el Asia central, y bordeando el Himalaya, alcanzaba la ciudad china deXian.15 Finalmente, desde aquí,sendas vías terminaban en Pekín yShanghái.
El acceso a esa inmensa vía de comunicación con Oriente solía estar monopolizado por manos musulmanas. Alejandría, Alepo y Damasco eran un telón de...
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