LENGUA

LOS LIBROS NOS ENSEÑAN A RESPIRAR.

Por Luis Jaime Cisneros*


(Discurso leído en la Biblioteca Nacional con ocasión del homenaje por los 80 años de LJC)

Todos nosotros, felizmente, somos ya mayores de edad y hemos aprendido a sonreir frente a los desvaríos de la adolescencia y hemos, asimismo,aprendido a perdonar las hipérboles a que la amistad suele conducir. Por eso sé que ustedes me ayudarán a comprender el que yo haya podido aceptar, en mi fuero íntimo, este generoso alarde de simpatía en que la Biblioteca Nacional incurre y me busca como pretexto. Lo acepto, sí, y ( lo que es más grave) lo acepto sin rasgos de modestia y con un íntimo alarde de satisfacción interior. Porque enestos últimos días he pensado que todos estos años de vida que ahora nos congregan han significado para mí, y para los míos, vida, clara y auténtica, entre libros, entre gentes que me han ido organizando la voluntad y la calma, que me han instruido en los caminos de la perseverancia y del acierto, que me han preparado para temblores y derrotas. Ahora, que por gracia de la edad, sabemos quétriste y solitario sería el hombre sin el auxilio de la lectura, nadie podrá reprocharme haber aceptado este homenaje como si en verdad tuviera méritos suficientes para adjudicármelo.

Me atrevo a decir que el único mérito que puedo reclamar ciertamente como mío es la lectura. Crecí en una casa llena de libros y de voces de esos mismos libros surgidas. Cada vez que mi padre nos leía, antes odespués del almuerzo, párrafos del Quijote, los libros eran buen anticipo de los alimentos, cuando no equivalían a un sabroso” pusse-caffé”.

El alma debía estar alimentada para reforzar el alimento crudo de los cuerpos. Y así fue organizándose (y perfeccionándose) nuestra infancia. Libros a cuya lecturas asistíamos y libros que nos proponían memorizar, como certificado de aprovechamiento,pasajes esclarecedores
Qué me diste, Moriana,
Qué me site en este vino;
las riendas tengo en la mano
y no veo a mi rocino

Y así, frente al romance de Moriana, nos llegaría algún día la esclarecida voz del endecasílabo de los textos de Garcilaso:

¡ Oh más dura que mármol mis quejas,
y al encendido de fuego en que me quemo
más helada que nieve, Galatea!
Estoy muriendo, y aún la vidatemo
Témola con razón, pues tú me dejas;
que no hay, sin ti, el vivir para qué sea.
Vergüenza he que me vea
Ninguno en tal estado,
de ti desesperado,
y de mí mismo yo me corro agora.

¿De un alma te desdeñas ser señora
donde siempre moraste, no pudiendo
della salir un hora?
¡Salid sin duelo, lágrimas, corriendo!

Estos fueron límpidos testimonios del lenguaje esclarecido,consagrados en los libros, que la memoria infantil iba acunando para lo porvenir, este porvenir en que, al rememorarlos, rindo homenaje a esa hermosa mujer que fue mi madre, que me enseñó a valorarlos y retenerlos en el corazón.

Y vino luego, en la voz armoniosa de mi padre, esa larga y extraordinaria frase trabajada por el genio de la técnica cervantina:

En un lugar de la mancha, de cuyo nombreno quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor

Prosa y verso fueron, así, marcos dentro de los que fue encerrándose para todos los hermanos el destino a que la vida nos habría de convocar. El colegio nos brindaría más tarde otras sorpresas; y esas sorpresas tuvieron nombres que en mi vida profesionalresonarían con energía permanente. Por un lado, fue la “Gramática” de Amado Alonso y Pedro Henríquez Ureña que nos proponía preguntarnos por el destino del pronombre y el artículo y, servía, así, para que nuestras mentes juveniles fueran advirtiendo lo que la universidad nos iba a mostrar, en la voz de don Amado, con brillo inusitado: el lenguaje era una poderosa energía que nosotros estábamos en...