El silencio: no es parte de la vida citadina, ruidos, gestos, gritos, palabras habitan los espacios. Es entre el silencio y el gesto que se desarrolla la vida, hay gestos de sufrimiento, pero tambiénde alegría, de algarabía, se manifiestan en la calle, en el cabaret, en la pulquería, desde la desafinada pianola que no deja dormir hasta los temibles lagartijos que con sus requiebros ruborizan alas señoritas. El callar es un signo de civilización y la bulla que proviene de las palabras dichas un inconveniente, ya Carreño lo señala, hablar en voz baja es un signo de educación. A través delmovimiento, de los vocablos repetidos, de las injurias derramadas se expresa un cuerpo que actúa en la política. Rara vez estos gestos son reseñados, forman parte de “desfiguración” de los sectorespopulares, como si fueran hombres y mujeres sin rostro, “fuera de toda de representación social”. Las palabras y gritos enunciados son errantes, chocan con muros y oídos educados que no quierenatender ese lenguaje, entre eufemismos y crudezas se mueven dos mundos, en unos predomina la palabra dicha, en otros la escrita, sus significados ocultos, variables, a veces atemporales se encuentran comoel ruido universal sobre el cual hay que transitar, vocablos adjetivados dónde la sutileza oculta la crudeza de la riña, el duelo, el pesar y el honor.
Dos espacios se entrecruzan el geográfico yel social. En este momento de la vida citadina, de una manera indeterminada, se mezclan en las calles de Puebla diferentes grupos sociales. El grito, el conflicto no tiene un lugar específico, esen toda la urbe que observamos los conatos de “mala educación”. Es una ciudad habitada donde la esquina, la plaza y el callejón son espacios de convivencia, de arreglo de cuentas, de diversión. De esacalle viva plena de saludos y peleas hay que liberarse, para que se imponga el silencio, la limpieza y el olor “diáfano” y “puro” de la “civilización”. Los reglamentos y disposiciones para acallar...
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