Libertad

CONFESIONES DE UN DEMÓCRATA

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La argumentación de la libertad
Viernes, 28 de abril de 1939
L'Ère Nouvelle del 27 de marzo publicó un artículo, apretado, vibrante, ilustrado y reforzado concitas oportunas y autorizadas, que llevaban la firma del distinguido profesor B. Mirkine-Guetzevitch y que me hizo reflexionar. Me permitirá citarlo a mi vez, reproduciendo primero este pasaje: «loshombres no necesitan la libertad, afirman los teóricos de la violencia. Y nos desafían con «probar» la utilidad, la necesidad, el bien de la libertad, ¿Desea usted demostrárselo? ¿Lo puede usteddemostrar? Yo no. Porque reconozco no conocer la argumentación de la libertad». Ciertamente, nuestro amigo quiso expresar una fina ironía, para no descender en el orden dialéctico, a lo irracional, refugiode los partidarios de la violencia a la vez que para no emplear inútilmente unas razones, previamente rechazadas por aquéllos que, desde la cima del viejo poder absoluto, que agravan disfrazándolocon novedades extraordinarias, condenan toda la ideología democrática como caducada. Yo, alejado de la Universidad desde hace tiempo, me atrevería, a iniciar el argumento de la libertad ad usumdictatoris que el profesor Mirkine no quiso desarrollar más. Bastaría echar del poder a los dictadores de cualquier color o matiz, y de someterlos, colocados en la oposición, y sin esperanza de revancha, auna situación parecida, aunque notablemente menos dura que la que conceden y reservan al conjunto de los ciudadanos que no son sus partidarios fervorosos y halagadores. Sería suficiente obligarlos, a suvez, a creer –al menos a hablar– contra sus convicciones; a obedecer contra su conciencia... en la medida en que posean una, y a combatir contra su ideal. No sería necesario, para una experienciadecisiva, ir hasta la pérdida de la nacionalidad, a la confiscación, a los odios raciales, al encarcelamiento o a la deportación, a lo arbitrario. Se podría suprimir igualmente la amenaza constante...