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Páginas: 311 (77607 palabras) Publicado: 10 de junio de 2014
Las vírgenes
suicidas
Jeffrey Eugenides

Traducido por Roser Berdagué
Editorial Anagrama, Barcelona, 1994
Título original:
The Virgin Suicides, 1993

1
La mañana en que a la última hija de los Lisbon le tocó el turno de
suicidarse —esta vez fue Mary y con somníferos, como Therese—, los
dos sanitarios llegaron a su casa sabiendo exactamente dónde estaba el
cajón de los cuchillos yel horno de gas y dónde la viga del sótano en la
que podía atarse una cuerda. A nosotros nos pareció que, como siempre, salían demasiado lentamente de la ambulancia, mientras el gordo
decía en voz baja:
—Que no es la tele, tíos, aquí no hay que correr. Cargado con el
pesado respirador y la unidad cardiaca, pasó entre los arbustos, que
habían crecido monstruosamente, y cruzó el descuidadocésped que
trece meses atrás, cuando empezó todo, estaba pulcro e inmaculado.
Cecilia, la pequeña —no tenía más que trece años—, fue la primera en hacer el viaje: se cortó las venas, como los estoicos, mientras
tomaba un baño, y cuando la encontraron flotando en el agua teñida de
color de rosa, con los ojos amarillos de los posesos y aquel cuerpecito
que exhalaba olor a mujer madura, los sanitariosse llevaron un susto
tan grande al verla en aquel estado de sosiego, que se quedaron clavados en el sitio, como mesmerizados. Pero de pronto irrumpió la señora
Lisbon dando gritos y la realidad de la habitación se hizo patente:
sangre en la estera del baño, la navaja de afeitar del señor Lisbon en el
lavabo, jaspeando el agua. Los sanitarios sacaron el cuerpo de Cecilia
del agua caliente,que acelera la hemorragia, y le aplicaron un torniquete en los brazos. El cabello mojado le colgaba por la espalda y ya
tenía las extremidades azules. No dijo ni una palabra pero, cuando le
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separaron las manos, encontraron una estampa plastificada de la
Virgen María apretada contra los pimpollos de sus pechos.
Esto ocurría en junio, en la época de la mosca del pescado, cuando, como todoslos años, la ciudad se cubre de tan efímeros insectos. Se
levantan entonces nubes de moscas de las algas que cubren el lago
contaminado, y oscurecen las ventanas, cubren los coches y las farolas,
cubren las dársenas municipales y cuelgan como guirnaldas de las
jarcias de los veleros, siempre con la misma parda ubicuidad de la
escoria voladora. La señora Scheer, que vive calle abajo, nos dijoque
había visto a Cecilia el día anterior al intento de suicidio. Estaba junto
al bordillo, con el antiguo traje de novia del que había cortado el
dobladillo y que nunca se quitaba de encima, observando un Thunderbird envuelto en moscas del pescado.
—Sería mejor que cogieras la escoba, cariño —le aconsejó la señora Scheer.
Pero Cecilia le dirigió una mirada mística y dijo:
—Están muertas,sólo viven veinticuatro horas. Salen del huevo,
se reproducen y la palman. Ni siquiera comen. —Y tras estas palabras
metió la mano en la espumosa capa de bichos y trazó sus iniciales: C.L.
Queríamos disponer las fotos cronológicamente, pero habían pasado tantos años que resultaba difícil. Algunas están borrosas, y aun
así son reveladoras. El documento número uno muestra la casa de los
Lisbon...poco antes del intento de suicidio de Cecilia. La hizo una
agente inmobiliaria, Carmina D’Angelo, a la que el señor Lisbon había
acudido para que se encargara de vender aquella casa que se había
4

quedado pequeña para su numerosa familia. Tal como dejaba ver la
instantánea, el tejado de pizarra todavía no había empezado a dejar la
ripia al descubierto, el porche era aún visible por encimade los arbustos y las ventanas todavía no estaban sujetas con tiras de cinta adhesiva. Era una confortable casa suburbana. En la ventana superior derecha del segundo piso se ve un contorno borroso que la señora Lisbon
identificó como Mary Lisbon.
—Solía cepillarse mucho el pelo porque creía que lo tenía débil
—diría años más tarde, recordando cómo había sido su hija durante su
breve...
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