Meditación
“Nuestra ciudadanía estáen los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo” (Fil. 3:20). Por eso vivimos “aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios ySalvador Jesucristo” (Tito 2:13).
La prolongación del tiempo mas allá de nuestra expectativas podría inducirnos al desanimo. No obstante, el Señor nos anima a mantener firme y sin fluctuar la esperanzadel regreso de nuestro Señor. “Tened también vosotros paciencia y afirmad vuestros corazones, porque la venida del Señor se acerca” (Sant.5:8).
Sin embargo el ajetreado trajín de la vida diaria ylos atractivos del mundo nos presionan constantemente para que desplacemos esta bendita esperanza a un segundo o tercer plano, o aun a olvidarnos por completo. Como el siervo de la parábola corremos elpeligro de pensar: “Mi Señor tarda en venir” (Mat. 24: 48), dejándonos arrastrar por la corriente. Que tragedia es ver que para algunos el advenimiento es solo parte de su iglesia, mientras que vivencomo si no esperaran al Señor.
En realidad, cabe preguntarse ¿Quién espera a quien?, no necesitamos indagar para encontrar las respuestas. El apóstol Pablo nos explica que “el Señor no retarda supromesa, según algunos tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2Ped. 3:9).
Cristo no viene todavíaporque él nos está esperando a nosotros. Ya podría haber venido, pero no lo hizo por una sola razón: No estamos preparados. ¡Qué inmenso amor! Su demora, en lugar de ser una señal de indiferencia y...
Regístrate para leer el documento completo.