Olvidarse es no saber

Don Longa se levanta temprano.
Abre la carpeta con apuntes tomados del natural.
Mira las manchas de acuarela sobre un papel amarillento. Es el paisaje que vio durante varios años desde la ventana de la oficina que ocupaba en Vialidad en la ciudad de Esquina. Recuerda que estaban incorporando gente nueva y a los viejos les daban alguna tarea de menos responsabilidad, porque todo se ibarenovando.
Pasa la hoja.
Ahora un dibujo de la iglesia vista desde el río. La canoa se mecía suavemente, a la distancia se escuchaban las voces de los pescadores y el ruido pausado de los remos al salir del agua. La mañana era fresca, el viento apenas empujaba las nubes.
Arma el caballete. La luz entra por la ventana. El taller, en su casa de Corrientes, tiene todos los días olor a óleo ytrementina.

Si leemos el currículum de Carlos Alberto Longa sabremos que expuso por primera vez hace 60 años, que obtuvo premios, y fue seleccionado en varias oportunidades para integrar muestras colectivas con otros artistas representativos del arte de Corrientes. Pero la esencia del arte no es una lista de datos, la poética de una obra no puede ser sustituida por la enumeración de los colores y lasformas, la sensibilidad del artista no consta en una biografía.

El artista nos recibe sonriente una tibia mañana de marzo. La esposa nos ofrece un café y nos deja para que hablemos más cómodos. Don Longa es muy modesto. No le sale fácil hablar de si mismo.
Le preguntamos por su infancia y nos cuenta que transcurrió en la zona en que vive ahora. En esa época era el “Barrio Sur, en los alrededoresde la ciudad. Con mucho espacio donde se podía jugar al fútbol”, formaban equipos y se armaban campeonatos. La frondosa vegetación y los espinillares eran también escenario de aventuras. “Cuando Corrientes era una ciudad chica que terminaba en la calle Rivadavia, por que era la última pavimentada y hasta ahí llegaba el ómnibus. 3 de abril era una avenida de tierra con dos zanjones y árbolesgrandes”.
No hay nostalgia en su voz, la amplia sonrisa refleja la alegría de compartir los relatos de un tiempo feliz que no conocimos.
Sobre sus primeros acercamientos al arte nos cuenta que su padre era pintor, que había estudiado con un fotógrafo cuyo nombre en este momento no recuerda. Lo vio muchas veces dibujando al modo “clásico renacentista, con muchos detalles”. “Pero uno era joven y nole daba importancia” reconoce dando a entender que lamenta no haber registrado lo que hoy valora de otro modo a pesar de que conserva tres obras en su casa de Esquina.
Su padre era carpintero de ribera, hacía construcción y reparación de embarcaciones en el Ministerio de Obras Públicas de la Nación. Con la mano señala y dice: “Acá se iba derecho. En la costanera era el trabajo de él”. El silencioresume la admiración por el hombre del que aprendió lo que un padre debe ser.
Le preguntamos como comenzó a pintar y nos cuenta que cuando cursaba el sexto grado de la Escuela Belgrano Elena Encina, su maestra, advirtió en él cualidades especiales y lo incentivó para asistir a la academia Josefina Contte. Con su habitual modestia dice “seguramente vio que yo dibujaba algo, por lo menos unpoquito mas que los demás”. Su madre aceptó la sugerencia, porque “era sabia, no permitía que a los hijos le quede tiempo de ocio. A cada uno le mandaba a estudiar algo, respetando la inclinación de cada uno”.
En 1937, con 12 años, el joven Longa ingresó al curso preparatorio. Bajo la dirección del profesor Marcial Prieto cumplió con dedicación los siete años que la carrera demandaba.
De su paso porla academia recuerda cada uno de los alumnos. En un salón trabajaban las mujeres, en otro los varones y el profesor los atendía simultáneamente. Había más o menos diez alumnos en cada aula con diferentes niveles de avance. A fin de año cada nivel tenía su examen. Primer año dibujo, segundo acuarela y para recibirse en el último examen, un retrato de modelo vivo que debía comenzar a la mañana y...