Relato

Los libros resbalaron de sus manos.
Sintió un escalofrío en la espalda, antes de echar a correr.
Contaba los segundos como si cada uno de ellos fuese la peor burla de todas. Y seguían pasando sinque ella pudiese detenerlos. Escurriéndosele como si fuesen de mantequilla.
No.
“No.”
Ya no podía escuchar sus pisadas, ni los gritos de nadie, no veía nada más que las imágenes que su cruel mentele mostraba. Médicos, un brazo caído sobre una camilla… Pálido… Débil…
“No.”
Le dolía la mandíbula de apretar los dientes, evitaba parpadear para que no se derramase todo lo que sus ojos queríanexpresar. “Corre. No te detengas ahora.”
“No, por favor, no. “
“Que no sea real. Esto no es real. No. Dime que no.”
“Espera, espérame.”
“No te vayas”
“Te necesito”
El corazón parecía bombardear sufrágil calma interior. Y cada latido le dolía. Cada latido resonaba en sus oídos como un eco. Toda ella temblaba.
“No.”
“Ahora no. Por favor.”
“Aún no. Es… pronto…”
“Dios. Dios.”
“No.”
Nosabía que de ella le ayudaba a continuar corriendo aquella loca carrera, que la hacía mantenerse en pie cuando estaba muerta. Con una espiral negra succionando su alma, devorándola, poquito a poco.Aunque estuviese lloviendo, aunque hubiese resbalado se hubiese abierto las medias y se hubiese herido, aunque siguiese casi sin sentido, como si con su presencia hubiese algo que hacer, siguió corriendo.Aún así, embistió la puerta, llorando, con la vista empañada y las manos erizadas, apartando de su camino a quien le molestase, tropezando con los escalones continuamente, pero adelante seguía sindescanso.
Su corazón le oprimía, y los latidos habían menguado hasta ser una fúnebre canción, débil, ilusionista…
Sus piernas fallaron, la vista se le nubló su cabeza resonó como tambores. Sinfuerzas intentó agarrarse a una de las batas blancas que la rodeaban, pero se le escurrieron.
Como los libros.
Como los segundos.
Como su vida.
¿Por qué se la llevaban? ¿Por qué le tomaban el...