Resumen

No es la monotonía la que determina lo que debamos hacer; es nuestra actitud la que cuenta para aprender a ser dueño de nuestro tiempo. Aprender a descubrir nuestro mejor ritmo para enfrentarcada acto humano de forma creativa, apasionada, reflexiva y valorativa, de manera que lleguemos a personalizarnos del entorno material, será siempre de una viva sorpresa humana para hacer de cadaobjeto que nos rodea una ayuda para lo que pretendemos llegar a ser.
Una mirada inteligente hacia nuestro interior para que valoremos nuestro entorno familiar, cultural, educativo y emocionalnos ayuda a convertir lo inmediato en acogedor y agradable. Si la monotonía nos abruma, se anula nuestra capacidad de realización ante la realidad exterior; la capacidad de trascenderno aparece, y se corre el riesgo de que nuestras acciones humanas no se revistan de ese trasfondo ético que siempre es necesario para que sea la transparencia la que dé paso a la verdaden cada acto humano.
Se necesita tener un gran valor humano, una fuerza de carácter especial y una moral inmutable para desalojar de nuestra mente las bajas pasiones y la rutina que, tarde otemprano, puede llegar a agobiarnos y a destruir la búsqueda de una existencia más plena.
Si todos nos empeñásemos -cada cual en lo que sabe hacer- por contribuir a mejorar nuestra cultura, no habría cabidaen nuestra condición humana para que las fuerzas exteriores perturben nuestro destino, porque el apoyo que la cultura y el talento personal nos brindan nos llevan a pensar de una manerasingular para no proceder desde la rutina sino desde modos distintos, altamente creativos y de competencia para impregnar en los ambientes novedad y credibilidad.
Pongámonos a hacer con muchoentusiasmo lo que nos gusta hacer, y nos vamos a dar cuenta el valor que tiene lo que hacemos. Las dificultades, en estas condiciones, se vuelven oportunidades para proyectar en ellas toda nuestra...