Suscripción

Alumnos sacados de su tiempo de ocio, y entre esas paredes sólo les es posible comunicarse a través de la palabra verbal, escrita, gestual y sólo en contadas excepciones, a través de últimatecnología. Dejan fuera teléfonos móviles, ordenadores, video-juegos, i-pods que juegan un papel determinante en el exterior, en su vuelta a casa. Un exterior plagado de diversas identidades culturales queconviven en continua amenaza hacia su perdurabilidad. ¿Cómo organizar todo este tejido social hacia un fín común? ¿Cómo orientar el papel del profesor junto al del padre/madre del alumno? En este últimopunto es dónde La clase deja su discurso más abierto: si en The Wire se explicitaban los trapìcheos familiares en cuanto al mundo de la droga una vez que el niño salía del instituto, en la película deCantet el montaje enérgico y férreo no deja que el espectador pueda visualizar esa realidad más allá de los comentarios y las intuiciones psicológicas que el profesor va sumando en las reuniones conlas padres durante las tutorías. En definitiva, el docente está a merced de la educación que los progenitores lleven a cabo en el hogar y, a su vez, el/la alumn@/hij@ de la que van empapándose en lascalles.
Si el espectador se queda atrapado entre esos muros a través de una narración llena de brío, también es encaminado hacia esa duda que asoma al final: ¿necesidad de una apertura de los murosdel sistema educativo actual? François pregunta a sus alumnos que han aprendido durante el curso, la mayoría responde respecto a diversas materias (trigonometría, reproducción sexual, economíamunidal,…) pero Esmeralda, la alumna más avispada, responde que nada. De ese curso tan sólo se queda con un libro que leyó por su cuenta, fuera del instituto: se trata de La República de Platón.
Aunque en unprincipio esta escena y ese diálogo entre profesor-alumna parezca ser un efectismo que juega a diseñar un final lo más completo posible en cuanto a respuestas, termina siendo la tesis más profunda...