12 Hombres

Orlando Alcívar Santos orlando@alcivar.ec
Viajes presidenciales
Cuando en 1990 el presidente Borja fue duramente criticado por haber viajado 15 veces al exterior en dos años de gobierno, opiné porestas mismas páginas en mi columna ‘Diálogos entre Juan y yo’ (entonces todas las columnas tenían su nombre) justificando tales periplos, pues decía que la diplomacia directa y los diálogos personalesrinden mejor resultado que cualquier otro procedimiento, agregando que “de una manera general hay que robustecer el concepto y defender la idea de que cualquier jefe de Estado (el actual, losanteriores o los futuros) si viajan al exterior no lo hacen de paseo, porque ninguno llegaría a una irresponsabilidad de ese tipo, sino porque, de una forma o de otra, le conviene al país”.

Y si esopensaba hace 20 años con mayor razón hoy, pues cada vez más los Estados son interdependientes, y ni aun los más poderosos pueden resolver sus problemas o sus necesidades de forma unilateral sin el concurso–mayor o menor– de los demás. Muchas de las cosas que afectan a la economía y a otros rubros de sus respectivos destinos, se deciden, con nuestra venia o sin ella, en el ámbito internacional.Siempre he creído que el presidente de la república o un ministro de Estado que se desplace al exterior por delegación directa suya, no tiene la obligación de traer, necesariamente, contratos o préstamosbajo el brazo para que un viaje sea exitoso. Hay muchos resultados intangibles atrás de una visita de Estado, además de que varios de los productos de una gestión a veces tardan en madurar, requierende tiempo, tanto en el mundo de la política cuanto en el de los negocios internacionales. Porque estoy convencido de que esa idea es correcta, con la misma honestidad intelectual que antes interpretélos viajes de Rodrigo Borja, con quien no tenía ningún ligamen, ahora lo hago con los de Rafael Correa con quien tampoco tengo ningún vínculo. La libertad y la autonomía de la que felizmente gozo,...