el psicoanalista

Páginas: 184 (45975 palabras) Publicado: 2 de septiembre de 2013
Disponible en la BPU

John Katzenbach

El psicoanalista

cada mañana e ir a trabajar con el resto de los empleados de mantenimiento de la universidad, de fregar
suelos, limpiar lavabos, abrillantar pasillos y cambiar bombillas, intercambiar bromas con los compañeros de
trabajo y especular sobre las posibilidades de los Red Sox la temporada siguiente. Se movía en un mundo
normal y mundanoque parecía pedir a gritos que lo pintaran con los azules pálidos y los verdes claros
institucionales. Una vez, mientras aplicaba una limpiadora de vapor a la moqueta de la facultad, descubrió
que la sensación de la máquina que zumbaba y vibraba en sus manos y de la franja de alfombra limpia que
creaba le resultaba casi hipnóticamente agradable. Era como si, en la nueva simplicidad de estemundo,
pudiera dejar atrás quién había sido. Era una situación extrañamente satisfactoria: soledad, un trabajo que
rezumaba rutina y regularidad, y las noches que atendía la centralita del Teléfono de la Esperanza, donde
recordaba sus técnicas de terapeuta para dar consejo y tender la mano de una forma modesta y sencilla.
Descubrió que no echaba demasiado de menos la dosis diaria de angustia,frustración y cólera que
caracterizaba su vida de analista. Se preguntó si la gente que había conocido, o incluso su mujer, lo
reconocería. De modo extraño, Ricky creía que Richard Lively estaba más cerca de la persona que quería
ser, más cerca de la persona que se encontraba a sí misma durante los veranos en Cape Cod, de lo que
había estado nunca el doctor Starks al tratar a los ricos, poderososy neuróticos.
«El anonimato es atractivo», pensó.
Pero escurridizo. Cada segundo que se obligaba a sentirse cómodo siendo Richard Lively, el
personaje vengativo de Frederick Lazarus gritaba órdenes contradictorias. Reanudó los ejercicios físicos y
pasó las horas libres perfeccionando su puntería en local de tiro. A medida que el tiempo seguía mejorando,
con el consiguiente calor estallido decolores, decidió que necesitaba añadir técnicas de prácticas al aire
libre a su repertorio, así que se inscribió con el nombre de Frederick Lazarus a un curso de orientación que
daba una compañía de excursionismo y cámping.
En cierto sentido se había triangulado a sí mismo, del mismo modo en que uno conoce su situación
cuando se pierde en el bosque. Tres columnas: la persona que era antes, lapersona en que se había
convertido y la persona que necesitaba ser.
Por la noche, sentado solo en la penumbra de su habitación alquilada mientras una única lámpara de
mesa apenas recortaba las sombras, se preguntó si podría dejar todo atrás. Abandonar cualquier conexión
emocional con el pasado y lo que le había ocurrido, y convertirse en un hombre de sencillez absoluta. Vivir
de sueldo ensueldo. Obtener placer de la rutina básica. Redefinirse. Dedicarse a pescar o cazar, incluso
sólo a leer. Relacionarse con la menor gente posible. Vivir de modo monacal y en una soledad de ermitaño.
Dejar atrás cincuenta y tres años de vida y convencerse de que todo se había reiniciado de cero el día en
que había prendido fuego a su casa de Cape Cod. Era algo parecido al zen, y tentador. Podíaevaporarse
del mundo como un charco de agua un día soleado y caluroso, y elevarse hacia la atmósfera.
Esta posibilidad era casi tan aterradora como su alternativa.
Le pareció que había llegado el momento en que tenía que tomar una decisión. Como para Ulises, su
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nombre informático, su camino estaba entre Escila y Caribdis . Cada opción tenía costes y riesgos.
Por la noche, en su modestahabitación alquilada de Nueva Hampshire, extendió sobre la cama todas
las notas que tenía sobre el hombre que le había obligado a abandonar su vida. Retazos de información,
pistas y direcciones que podía seguir. O no. O bien iba a perseguir al hombre que le había hecho eso, con
lo que se arriesgaba a ponerse al descubierto, o bien iba a olvidarse de todo y a llevar la vida que pudiera
con lo que...
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