EL RENACIMIENTO
...oh estirpe divina vestida de humano...
Jorunn estaba en el jardín delante de su casa amarilla cuando
sobre la una y media Sofía llegó sin aliento hasta la verja.
¡Has estado fuera más de nueve horas! exclamó Jorunn
Sofía negó con la cabeza.
He estado fuera más de mil años.
¿Pero dónde has estado? Tenía una cita con un monje medieval. ¡Un tipo divertido.
Estás chiflada. Tu madre llamó hace media hora.
¿Qué le dijiste?
Dije que te habías ido al quiosco.
¿Y qué dijo ella?
Que la llamaras cuando volvieras. Lo peor fue lo de mis
padres. A las nueve entraron en mi habitación con choco late
caliente y panecillos. Una de las camas estaba vacía.
¿Qué les dijiste?
No te puedes imaginar qué corte. Dije que te habías ido a
casa porque nos habíamos peleado.
En ese caso tenemos que darnos prisa y hacer las pa ces. Y
que tus padres no hablen con mi madre durante unos días. ¿Crees
que lo conseguiremos?
Jorunn se encogió de hombros. Al instante apareció el padre
de Jorunn en el jardín con una carretilla. Se había pues to un
mono. Era evidente que se disponía a quitar las hojas caídas el
año anterior
Así que aquí están las amiguitas dijo. Bueno, ya no queda
ninguna hoja.
Qué bien replicó Sofía, Entonces quizás podamos tomar un
café, ya que no pudimos desayunar.
El padre sonrió forzadamente, y Jorunn se sobresaltó. En
casa de Sofía siempre habían sido algo más informales que en la del asesor financiero, señor Ingebrigtsen y señora.
Lo siento, Jorunn dijo Sofía. Pero yo también de bo
participar en esta operación de camuflaje.
¿Vas a contarme algo?
Si me acompañas a casa. De todos modos ése no es asun to
de asesores financieros o muñecas Barbie entradas en años.
Qué asquerosa eres. ¿Acaso es mejor un matrimonio que
cojea y manda a una de las partes al mar?
Seguro que no. Pero yo no he dormido casi esta noche, y
además me pregunto si Hilde será capaz de ver todo lo que
hacemos.
Habían empezado a caminar hacia la casa de Sofía.
¿Quieres decir que es vidente?
Quizás si. O quizás no.
Era evidente que a Jorunn no le hacían gracia todos aquellos
secretos.
Pero eso no explica que su padre envíe extrañas posta les a
una cabaña abandonada en el bosque.
Admito que ése es un punto débil.
¿No me vas a decir dónde has estado?
Se lo contó. Y también le habló del misterioso curso de fi
losofía. Lo hizo a cambio de una solemne promesa de que todo
quedaría entre ellas dos.
Anduvieron un buen rato sin decir nada.
No me gusta –dijo Jorunn.
Se detuvo delante de la verja de Sofía dando a entender que
allí daría la vuelta.
Tampoco te he pedido que te guste. La filosofía no es un
símple juego de mesa, ¿sabes? Se trata de quiénes somos y de
dónde venimos. ¿Te parece que aprendemos suficiente so bre eso
en el colegio?
De todos modos, nadie sabe las respuestas a esas pre gúntas. Ni siquiera nos enseñan a plantearnos esas preguntas.
La comida estaba en la mesa cuando Sofía entró en la co
cina. No hubo comentarios de por qué no había llamado desde
casa de Jorunn.
Después de comer dijo a su madre que quería dormir la
siesta, porque apenas había dormido en casa de Jorunn, lo que
no era nada raro cuando se dormía en casa de alguna amiga.
Antes de meterse en la cama se colocó delante del gran
espejo de latón que había colgado en la pared. Al principio no
veía más que su propia cara, pálida y cansada. Pero después... fue
como si detrás de su propia cara apareciesen de pronto los
contornos difusos de otra cara.
Sofía respiró hondo un par de veces. No debía empezar a
imaginarse cosas.
Vió ...
Regístrate para leer el documento completo.