Esquizofrenia
Crecí rodeado del mismo dibujo, repetido incontables veces, pegado en la pared, en la puerta, sobre mi cama, a veces despertaba con ganas de ir al baño y me descubría asustado por pisar hojas regadas en el suelo. Con el tiempo aprendí a caminar de puntitas.
Pasé muchos añossolo. En el colegio me sentaba hasta el final de la primera fila y no hablaba con nadie, aún recuerdo los gestos sorpresivos de algunos niños cuando la maestra me nombraba al pasar la lista, no se percataban de mi existencia.
También me gustaba escribir, pero al comenzar una historia me perdía a medio camino, la dejaba incompleta. Nunca me hallé en ningún sitio, no podía concentrarme, mi mentevolvía al dibujo, a ese otro sitio que me estaba esperando en algún lugar.
Un día Adnara guardó todos los dibujos en una caja y la cerró con un candado pesado, nadie dijo nada. Pero a partir de ese momento entendí que no podía compartir mi secreto con nadie, que ni siquiera Adnara, aún después de llevarme en su vientre y nombrarme parte de sus entrañas, era digna de confianza.
Dejé de dibujary también de hablar. No reconocía la voz que salía de mi garganta, sentía que las palabras que yo decía eran pronunciadas por alguien más, como si un intruso habitara en mí, estaba creciendo. Y con el tiempo fui perdiendo la esperanza de encontrar la raíz que un día dejó mi espíritu, el punto de partida al que anhelaba retornar. Dormía todo el tiempo posible porque en sueños me acercaba a lodeseado, pero cuando despertaba una sensación de vacío perforaba mi estomago. Recuerdo haber escuchado una plática entre dos adolescentes, hablaban del amor, decían que sentían mariposas en el estomago, sonreían. Desde ese día, cada vez que despertaba queriendo aferrarme a mis sueños, me decía a mí mismo que sentía mariposas, que eso era el amor, pero no sonreía, era doloroso.
No se cuántotiempo transcurrió, pero un día Adnara empacó mis cosas y me dijo que tendría que mudarme por un tiempo. No dije nada, me limité a observar las bolsas de plástico negras que contenían mi ropa, la caja de cartón llena de libros que jamás volvería a leer, y entonces reparé en ella, en un rincón estaba la caja que contenía todos mis dibujos. Me contuve para no desbordar mi emoción, reprimí la felicidadembriagante hasta convertirla en ganas de vomitar, en una enfermedad física.
El viaje comenzó. Dormí todo el camino. Recuerdo el frío, el olor a aceite rojo que despedía el auto, el ruido del viento rozando la velocidad, 120 km/hr, una estación de radio nunca antes oída y al final el silencio, el no abrir los ojos para escuchar con atención, para soñar despierto que me dirigía por fin a mi...
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