Un día cualquiera

Era un día cualquiera, y yo me encontraba en mi estudio como de costumbre, solo que en esta ocasión no estaba ni dibujando, ni escribiendo, ni tomando fotos.Todo lo contrario, me encontraba allí, en aquella esquina de la habitación, sentada en el suelo, observando detenidamente cada una de las vetas del suelo, tratando deencontrar en cada una de ellas algo inspirador; algo que me invitara a crear; algo que me ayudara a generar ideas.
Últimamente no recibía las mejores críticas, misclientes se encontraban insatisfechos con mi trabajo, e incluso algunos de ellos empezaban a interesarse en otros Freelancers. Debía hacer algo al respecto…Peroqué?

Después de un largo rato, decidí levantarme y salir a caminar un rato, para tomar un poco de aire y despejar la mente. Luego de 30 minutos de caminata, encontréun llamativo café. Entre y me senté cerca a la ventana, pedí un enorme vaso de té helado y un delicioso postre de café para acompañarlo. En medio de la espera,observé con mucho detalle mí alrededor, y encontré un curioso papelito bajo la mesa. Lo recogí, lo desenvolví cuidadosamente, puse a un lado la cinta que lo envolvía yme dispuse a leerlo. No entendía lo que en él estaba escrito, ya que el papel se encontraba un poco desgastado y estropeado, pero logró inquietarme tanto, que decidíguardarlo en mi bolsillo para examinarlo con más detalle al llegar a casa.
Unas horas más tarde y luego de recibir una inesperada visita, por fin tuve el tiempo yla disposición necesaria, para estudiar detalladamente ese curioso papelito. Debo reconocer que me costó bastante trabajo, pero al fin descubrí lo que decía.