Educación en chile para el nuevo milenio
A esas alturas de 1993 ó 1994 Claudia ya era, sin duda, la protagonista de una novela larga, bella ycompleja, digna de Cortázar o de Kerouac o de cualquiera que se atreviera a seguir su vida rápida. La vida de los demás, la vida de nosotros, en cambio, cabía de sobra en una página (y a doble espacio). Alos dieciocho años Claudia ya había ido y regresado varias veces: de una ciudad a otra, de un país a otro, de un continente a otro, y también, sobre todo, del dolor a la alegría y de la alegría, denuevo, al dolor. Llenaba sus croqueras con lo que yo suponía que eran cuentos o esbozos de cuentos o quizás un diario. Pero la única vez que aceptó leerme algunos fragmentos descubrí, con asombro, queClaudia escribía poemas. Ella no los llamaba poemas, en todo caso, sino anotaciones. La única diferencia real entre esas anotaciones y los textos que en ese tiempo yo escribía era el nivel de impostura:transcribíamos las mismas frases, describíamos las mismas escenas, pero ella las olvidaba o al menos decía olvidarlas, mientras que yo las pasaba en limpio y perdía las horas ensayando títulos y...
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