Fraudes

El número 3º del art. 250 contempla como elemento agravatorio del tipo básico de estafa el que ésta se realice mediante cheque, pagaré, letra de cambio en blanco o negocio cambiario ficticio.

Se introduce en el Código penal de 1995 este nuevo subtipo agravado que recoge los llamados «fraudes mercantiles», de naturaleza también controvertida.

En contra de su carácter penal se alegaque en el tráfico mercantil se acepta como normal el riesgo derivado de la emisión de ciertos títulos valores, como el cheque o la letra, que carezcan de cobertura y tengan pura finalidad crediticia. Se dice también que la concesión de un crédito es acto voluntario del concedente que autoriza a librar efectos aún a riesgo de que resulten impagados, tratándose entonces de la creación de una deudade pura naturaleza civil. En uno y otro caso falta el engaño.

Realmente lo que ocurre es que con frecuencia se confunden dos supuestos distintos: el perjuicio causado por incumplimiento y el causado por un engaño antecedente.

Los títulos valores responden a una promesa de pago ya directa -así, el cheque- ya consecuencia de un negocio subyacente -la causa de la letra o, en términoscambiales, la provisión de fondos-. Pero, con respecto a la letra puede obedecer también a la concesión de un crédito, en el que, ya el librado autoriza el libramiento, considerando el pago un préstamo al librador -en cuyo caso la provisión de fondos radica en aquel crédito o «autorización para girar» reflejado en la aceptación del libramiento-, ya el tomador descuenta la letra conociendo que no va aser pagada por no existir provisión de fondos e, incluso, negocios con el librado que sirvan de soporte a la letra, pero confiando en que el propio librador la hará efectiva por vía de regreso. Este tipo de «letras de favor» aparecen ya reconocidas como algo distinto de las «letras ficticias», en las S.T.S. 29-VI-1992.

En cualquiera de esos casos, que no constituyen, en principio como señalaURIA (135), otra cosa que operaciones de crédito lícitas, en las que el mero incumplimiento o impago no constituiría más que un problema civil, la producción de un perjuicio no puede ser trasladada al terreno penal per se (en este sentido es correcta la tesis de la S.T.S. de 22-III-1984). Pero la cosa se complica en función de la posible existencia de un dolo defraudatorio antecedente: si ellibrador, sea de la letra sea del cheque, tiene ya ab initio la intención de no cumplir la promesa de pago o de hacer efectiva la letra y ha conseguido un desplazamiento patrimonial en su beneficio o en el de un tercero, a cambio de la entrega del título valor al que no se piensa «hacer honor», como se dice en el ámbito comercial, esto es, hacer efectivo, se están dando todos los elementos de laestafa.

El argumento antes citado y que suele utilizarse para defender la impunidad de esas actuaciones (136) de que el descubierto de letras y los créditos concedidos en base a ellas se otorgan no en función de la realidad o irrealidad de las operaciones documentadas en las letras, sino sobre la base de la confianza en la solvencia o promesa de pago del librador, es un argumento que la Sentenciade 5 de junio de 1993 califica de «terrible lastre sofístico». Esa misma sentencia se encarga de desmontarlo diciendo: «la confianza surge, como se dijo, de un índice de apariencia de titularidad, de un equivalente jurídico (como es, por ejemplo, la posesión), de un conjunto de datos incomprobados que pese a esta desnudez de corroboración son causales en el tráfico de bienes. Esta confianza en eldescuento de efectos descansa en infundir en el transmitente la solvencia que dimana no de la propia y abstracta del adquirente, sino una específica derivada de los títulos valores que nacen para circular («things in action», en la expresiva nomenclatura anglosajona). Como se señaló, traicionó a la recurrente su línea argumental al referirse al acusado que obtiene los descuento bancarios como el...