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Eduardo Gonzales Viaña

Nos lo quitaron con engaños. Un escribano con panza, tirantes, bigote mosca y antiparras nos dijo que así exigía don Feliciano el pago de la habilitación perdida en la última cosecha.
Preferimos dejarlo ir. Una noche quitamos las trancas. Era mejor así, que se fuera. Que se llevara nuestro capricho de pobres. Que trotara por los caminos sinderrotero y sin Dios.
Cuando la gente del patrón vino por él dijimos que se había escapado, que no sabíamos por donde andaría. Mi mujer se puso a llorar fuerte y sin consuelo como si hubiera perdido algún hijo.
Para tranquilizarla y para embaucar a los caporales yo les decía que al patrón nada se le escapaba y que otra vez veríamos en estos campos las huellas de nuestro toro, su colita levantada,las vacas en celo y una docena de terneros rodeándolo.
Para nuestros adentros, el diablo se iba corriendo, cortaba por las malezas, orillaba los pantanos, saltaba arroyos y cercas, ascendía cerros inmensos y como un viento negro, bajaba después a los valles.
No tenía tiempo de acostarse en la hierba. No tenía tiempo de dormir sobre los pastos soleados y tranquilos. Se iba por los caminos pordonde nadie lo volvería a ver. Se iba a la región donde solo vuelan pájaros libres, donde solo viven bestias salvajes. Se iba por los rumbos donde se esconden los fieros, donde hacen guardia los bandidos, donde se guarecen los hombres sublevados y libres.
Pedíamos a la virgen que hiciera invisible al diablo. Que de negro toro lo trocara en nube, relámpago o viento. Que lo juntara con los toros dela manada del niño. Aquellos alegran las festividades, hacen bajar la lluvia, causan la preñez de los sembríos y se van por la montaña repartiendo milagros. Nos hubiéramos contentado con que se metiera al corral de un pobre.

Rogábamos a la virgen que nadie atrapara al diablo, que lo dejaran ir.

Cuando llegamos a saber que le teniente gobernador lo había apresado nos sentimos hundidos. Porque a las aves, a los hombres valientes y a los animales libres no se les detiene. Por que ellos están en un lugar y en otro al mismo tiempo. Por eso nos pusimos rabiosos.

Hay razón. En estas tierras secas nunca se ha visto un animal como él. Lo trajimos de mi tierra. Es nuestro orgullo. Mi hijo varón tiene su edad.

Diablo es un solemne matrero. En la noche, enamora, roba, burla y encela.Por la mañana vuelve de la aventura con un trote inocentón.

Es holgazán y fiero, da gusto escuchar su bramido en las noches calmas de la costa, noche sin nube, rayo o tormenta. Su resoplido y sus cascos, su cara de maldito, el estruendo que arma y los lechuguinos que devora hacen que muchos cristianos se santigüen ante el.

Pero no se vaya a creer que es dañino. Es animal noble y de buenaraza. Cualquiera lo puede comprobar. Basta con verle su lengua roja como una llamarada, sus cascos fuertes, su piel negrísima y brillante, sus cuernos como del demonio y sus ojos que son siempre una amenaza.
Por eso nos da coraje que lo hayan capturado. Y ahora estamos aquí, en el campo, cubiertos de sudor y de noche, arropados de hierba, temblorosos y anhelantes.
Allí esta él y sospecha que losespiamos. Mira hacia todos lados y le pide auxilio al infierno para vernos. Pero eso no va a ser posible. No queremos que nos vea por que los animales tristes pierden su orgullo.

Hemos estado aquí desde que se acabaron la tarde y el trabajo. Hasta que apareció esta luna llena, buena para cicatrizar toda clase de heridas.

Ya nos vamos a ir. Allí están los caporales y el toro junto a unarbusto. Y desde aquí, desde el cerco, tras el alambre de púas la rabia nos está entrando. No queremos imaginar como va a ser la vida del diablo ahora, lamiendo apacible el pasto y olisqueando las estrellitas del cielo. Con un cuchillo rojo le están arrancando su hombría.





































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Manuel Scorza (peruano)

Odioso Garabombo...